No es sólo una herramienta. No es sólo tecnología. Es una forma nueva de estar en el mundo.
ChatGPT ha llegado para quedarse. Es rápido, es brillante, es útil.Y si uno no está atento, también es silenciosamente invasivo.
No porque quiera serlo. No porque tenga intenciones.Sino porque es cómodo. Y lo cómodo tiende a anestesiar.
Cada vez que dejamos que piense por nosotros, que decida cómo sonar, qué decir, qué tono usar, cedemos algo más que un fragmento de trabajo: cedemos una parte de nuestra voz.
Y la voz es algo que no se puede alquilar ni delegar sin consecuencias.
Pensar cuesta
Pensar no es inmediato .No es automático. No es agradable muchas veces.
Pensar es enfrentarse a la duda, a la contradicción, a la posibilidad de estar equivocados. Es asumir el riesgo de tener algo propio que no siempre va a gustar a todos.
Por eso, cuando una máquina te ofrece soluciones listas para usar, el peligro no es la eficiencia.El peligro es que dejes de exigirte pensar.
El criterio —ese músculo invisible que separa lo valioso de lo accesorio— sólo se forma a base de aprendizaje, de lectura seria, de conversación real, de errores propios. No hay atajos para eso. No los habrá nunca.
No es no usar ChatGPT. Es saber quién manda
Usar ChatGPT no es un problema.El problema es no tener claro quién está al mando.
¿Eres tú quien define qué decir, qué transmitir, qué defender?¿O estás dejando que sea la fluidez de la máquina la que marque el camino?
ChatGPT puede ser un gran ayudante:Puede darte estructura.Puede sugerirte matices.Puede ayudarte a pulir la forma para que tu mensaje llegue mejor.
Pero la materia prima —las ideas, la intención, el pulso interior de lo que quieres comunicar— debe ser tuya.
Si no, lo que publiques sonará bien. Pero no serás tú.Y cuando no eres tú, lo que construyes es frágil, olvidable, reemplazable.
La autenticidad no es opcional
En un mundo inundado de palabras automáticas, ser auténtico no es un lujo: es una necesidad.
No importa cuánto se perfeccionen las herramientas .No importa cuánto mejoren los algoritmos.
Siempre hará falta alguien que piense.Que dude.Que decida.Que sepa lo que quiere decir y por qué merece ser dicho.
Ese alguien tienes que ser tú.
No dejes tu voz en manos de nadie
No dejes que otro piense por ti. No dejes que una máquina escriba tu historia.
Usa las herramientas. Aprovéchalas.Pero que sean siempre prolongaciones de tu criterio, no suplantaciones.
Piensa. Aprende. Reescribe. Cambia de idea si hace falta.Duda de lo fácil. Desconfía de lo inmediato. No tengas prisa por sonar perfecto.Ten prisa por sonar verdadero.
Porque al final, lo que queda no es quién escribió más bonito.Lo que queda es quién se atrevió a decir algo real.Quién pensó. Quién eligió. Quién firmó con su propia voz cada idea.
La inteligencia artificial puede escribir.Sólo tú puedes significar.
