Imagina por un momento:Te despiertas y tu despertador inteligente ajustó la hora ideal para que descansaras al máximo. Tu móvil ya te organizó las tareas del día. Las redes sociales te muestran solo lo que (creen) quieres ver. Las plataformas eligen tus películas, tu música, tus lecturas.Te das cuenta de que, sin querer, has cedido parte de tus decisiones a sistemas invisibles.
¿Dónde queda ahí lo que realmente eres tú?
La paradoja de la inteligencia artificial
La tecnología ha venido para facilitarnos la vida. Nadie lo niega. Nos hace más productivos, nos ahorra tiempo, nos abre puertas que antes ni veíamos.Pero, a la vez, nos empuja a correr más rápido, a consumir más rápido, a decidir más rápido. Nos arrastra en un flujo que no siempre controlamos.
Por eso, resulta tan impactante ver a jóvenes —nativos digitales, inmersos en esa lógica desde la infancia— abrazando prácticas que parecen anticuadas: usar cámaras analógicas, escribir en papel, escuchar música en vinilo.¿Qué están buscando realmente?Un espacio donde el algoritmo no decida por ellos.
La elección consciente como acto rebelde
Cada vez que alguien toma una cámara de carrete en vez de un móvil, está diciendo:“Quiero elegir cuándo disparo, aunque me equivoque.”Cada vez que escribe una carta en vez de un mensaje instantáneo, está diciendo:“Quiero que mis palabras tarden en llegar, porque significan algo.”Cada vez que escucha un vinilo completo en vez de saltar de canción en canción, está diciendo:“Quiero vivir la experiencia, no solo consumirla.”
Estos no son gestos románticos ni caprichosos. Son pequeños actos de resistencia frente a un mundo que quiere anticiparse a todo lo que vamos a hacer.
Empresas: ¿qué significa esto para vosotros?
Las empresas obsesionadas con ser más tecnológicas, más veloces, más predictivas, harían bien en detenerse un momento.El consumidor no siempre quiere más eficiencia. A veces quiere más humanidad.Quiere sentir que tiene control, que elige, que conecta.Por eso están reviviendo negocios que parecían destinados a morir: tiendas de revelado fotográfico, fabricantes de cámaras analógicas, estudios artesanales, librerías independientes, tiendas de discos. No porque sean “vintage”. Sino porque ofrecen algo que lo digital, por más perfecto que sea, no puede dar: experiencias con memoria emocional.
Recordar quién eres
En un mundo gobernado por algoritmos, recordar quién eres no significa rechazar la tecnología. Significa usarla como herramienta, no como sustituto.Significa preguntarte:
¿Qué decisiones sigo tomando yo?
¿Qué espacios reservo para lo inesperado?
¿Cómo cultivo momentos que no pueden ser optimizados ni calculados?
Porque al final, lo que queda no son los datos ni las métricas, sino las memorias que nos construyen: la foto borrosa que resultó ser tu favorita, la canción que sonó con un pequeño salto del vinilo, la carta escrita a mano que conservas años después.
Reflexión final
El verdadero desafío del presente no es avanzar sin mirar atrás. Es saber avanzar recordando quiénes somos, qué nos hace únicos, qué nos hace humanos.Y eso, a veces, significa abrazar la lentitud, el error, el objeto físico, la experiencia artesanal. No porque lo viejo sea mejor, sino porque sin esos gestos, lo nuevo pierde sentido.
PODCAST.- https://open.spotify.com/episode/10fmVgEmknIsVql82aKPvp?si=EmUfc5tZSeepSkMXrWYyJA
